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EPIFANÍA DEL SEÑOR
Isaías 60:1-6; Salmo
72; Efesios
3:2-3a, 5-6; Mateo 2:1-12
EPIFANÍA
(C)
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1. --
Sr. Kathleen Maire
OSF <KathleenEMaire@gmail.com>
2. -- P. Jude Siciliano, OP <FrJude@JudeOP.org>
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EPIFANÍA
1/5/2025
Isaías 60: 1-6; Efesios 3: 2-3a, 5-6; Mateo 2: 1-12
La hermosa fiesta de la Epifanía del Señor nos viene repleta con símbolos: la luz de la estrella, los magos del Oriente, camellos y dromedarios, y regalos de mira, incienso, y oro. Nuestra imaginación se llena de imágenes que hablan de la generosidad de Dios que se revela a todos. Hoy entramos en una profunda manifestación de Dios al mundo. Hoy, reconocemos que Dios no vino por un solo grupo o una sola raza. El Emmanuel, Dios-con –nosotros viene para todos.
Si nos enfocamos en el Evangelio, vemos que varios individuos y grupos tienen
reacciones muy distintas a la noticia de la llegada del Mesías. En primer lugar,
vemos al rey Herodes y su gente en Jerusalén, la sede del poder en aquellos
entonces. Dice el Evangelio, “el rey Herodes se sobresaltó y toda Jerusalén con
él”. Para el rey, no era buena noticia. Él se puso celoso y empezó un estudio
para localizar al recién nacido. Herodes quería eliminar cualquier amenaza a su
poder.
Herodes consulta a los sumos sacerdotes, que tenían conocimiento de las
Escrituras y podian dar orientar a Herodes. “En Belén de Judá, porque así lo ha
dicho el profeta: Y tú, Belén, tierra de Judá, no eres de manera alguna la menor
entre las ciudades ilustres de Judá, pues de ti saldrá un jefe, que será el
pastor de mi pueblo, Israel.” Este grupo tenía suficiente conocimiento, pero no
tenia un corazón abierto y limpio para recibir la Buena Noticia y juntarse a los
magos en su viaje.
Y finalmente, encontramos a los Reyes Magos, forasteros, y de otra religión.
Ellos no tenían ni miedo ni celos del rey recién nacido. Ellos eran sabios de
sus países, y tenían suficiente conocimiento de las estrellas para reconocer la
maravilla que habría de ocurrir. Ellos querían reconocer la llegada del nuevo
rey de los judíos. Hasta usan las palabras, “Hemos venido a adorarlo.” Y
empezaron su viaje otra vez, llenos de entusiasmo y de alegría, llevando los
mejores regalos que sus países pudian ofrecer.
Este día es una fiesta muy importante para la comunidad Hispana. Puede ser que
es porque la comunidad Hispana se identifica con los reyes magos, los
extranjeros, los de otros países que vienen buscando a Jesús con corazón limpio
y sincero deseo de reconocer al nuevo rey. Muchos no tienen posiciones de poder
que los hace celosos como Herodes. No tienen control de información como los
sumos sacerdotes. No tienen nada que perder. Pueden acercarse al recién nacido
con la mente abierta a las grandes sorpresas de Dios. Pueden aceptar que el
Mesías viene en circunstancias humildes y pobres. Pueden creer que el Amor de
Dios no cae solamente sobres los poderosos, sino que llega a la gente sencilla.
Pueden aceptar que Dios anuncia su presencia a gente excluida y a los forasteros.
Entonces, con corazón humilde, con gran generosidad, y con la imaginación
abierta, vamos a seguir celebrando esta linda fiesta. Vamos a juntarnos como
familia; vamos a ofrecer comida y regalos; y vamos a prepararnos a reconocer la
venida del Recién Nacido, rey del Mundo. Que la luz de la estrella brille en
nuestras casas y en nuestro corazón.
Sr. Kathleen Maire OSF <KathleenEMaire@gmail.com>
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2.
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“PRIMERAS IMPRESIONES”
Isaías 60:1-6;
Salmo 72; Efesios
3:2-3a, 5-6; Mateo 2:1-12
por Jude Siciliano , OP
Queridos predicadores:
Epifanía significa
"manifestación". En el antiguo Egipto, esta era la fecha del solsticio de
invierno, una fiesta de luz durante la época más oscura del año. Los primeros
cristianos transformaron esta celebración en una reflexión sobre la venida de
Jesús para disipar la oscuridad de la ignorancia y el pecado. Mientras que los
cristianos orientales y ortodoxos conmemoran hoy el nacimiento de Jesús, la
fiesta de la Epifanía revela cómo y dónde Cristo se manifiesta a nosotros. Las
escrituras y la liturgia de la Epifanía arrojan luz sobre la oscuridad que
podemos experimentar, ofreciendo orientación y esperanza en tiempos de
incertidumbre. La fiesta enfatiza que la luz de Dios ha entrado en el mundo y
está destinada a todas las personas. Es un recordatorio de la luz en medio de la
oscuridad y la esperanza en la desesperación.
Isaías: Un mandato para irradiar la luz de Dios
La lectura de hoy de Isaías proviene de una serie de canciones (Isaías 56-66)
que describen la restauración del pueblo por parte de Dios y la reconstrucción
de Jerusalén y su templo. El pasaje comienza con el mandato: “¡Levántate en
esplendor, Jerusalén!” Esta frase recuerda a mi madre despertándome para ir a la
escuela en las frías y oscuras mañanas de invierno, diciéndome: “¡Levántate y
resplandece!” A diferencia de mis luchas de la infancia para salir de la cama,
las palabras de Isaías son empoderadoras. Cuando Dios llama a Jerusalén, la
Palabra de Dios permite la acción. Jerusalén no queda sola para que se restaure:
la gloria de Dios viene como una luz brillante para elevar a la comunidad.
El mundo está envuelto en oscuridad, pero Jerusalén irradiará con la luz de
Dios. Las naciones (“los gentiles”) se sentirán atraídas por esta luz. Isaías
imagina un tiempo en el que la gente verá el esplendor de Dios y brillará con
ese resplandor. “Entonces estarás radiante por lo que verás”. ¿Conoces a
personas que brillan por su fe? Ellos permanecen tranquilos y confiados en medio
de la adversidad: los sabios maestros en las clases de religión de la parroquia,
los músicos del coro, las personas diligentes de oración, los visitantes de los
enfermos, los voluntarios en los ministerios parroquiales y aquellos que ofrecen
servicios gratuitos a los necesitados. Estas personas constantemente hacen
buenas obras, inspiradas por una visión de la luz y el amor de Dios.
Mateo: La luz de los magos
El evangelio comienza reconociendo la oscuridad: Jesús nació en un tiempo de
opresión bajo el rey Herodes. Sin embargo, la oscuridad es atravesada por la luz
cuando los magos llegan a Jerusalén, guiados por la estrella. Según John J. Pilch (El mundo cultural de Jesús: Domingo a domingo, Ciclo A), los magos no
eran reyes, ni siquiera "hombres sabios" en el sentido tradicional. Eran
miembros de una casta superior, que servían como asesores políticos y religiosos
de los gobernantes en lo que ahora es Irán e Irak.
En el relato de Mateo, los magos siguen la estrella para encontrar a Jesús,
venerarlo y luego partir rápidamente. Su viaje simboliza el alcance del dominio
de Cristo más allá de Israel. Su presencia en la corte de Herodes –en busca de
un “rey recién nacido de los judíos”– indica que el reinado de este rey se
extenderá mucho más allá del Imperio Romano. La búsqueda de los Magos revela que
el verdadero rey no proviene del poder establecido, sino de una familia humilde
de Belén.
Esta luz, revelada a los forasteros como los Magos, ilumina las vidas de los
ignorados y oprimidos. La Epifanía proclama que la luz de Dios es para todos,
especialmente para los marginados por el mundo. Irónicamente, los más cercanos a
las promesas de Dios –Herodes, los sumos sacerdotes y los escribas– no ven ni
responden a la luz. Mientras tanto, los forasteros, los Magos, siguen la
estrella y encuentran a Cristo.
Un llamado a buscar y responder
La Epifanía nos invita a dejar lo familiar y buscar a Cristo en lugares
improbables. ¿Qué regalos llevaremos cuando lo encontremos? En lugar de
incienso, podríamos abogar por las familias pobres, especialmente las madres
solteras y los recién nacidos. En lugar de oro, podríamos apoyar refugios para
familias sin hogar o programas internacionales para niños y ancianos. En lugar
de mirra, podríamos visitar a los enfermos y moribundos.
Como los Magos, somos guiados por la gracia, que actúa como nuestra estrella,
guiándonos a los lugares escondidos donde se encuentra Cristo. Los Magos
trajeron regalos dignos de la realeza, pero hoy Cristo no se encuentra en
palacios, sino entre los pobres. La Epifanía nos recuerda que cada día Cristo se
manifiesta en los lugares más pequeños del mundo y entre personas sorprendentes.
Estos son los lugares a los que llevar nuestros regalos, empezando por el más
importante: nosotros mismos.
La luz que se da a sí misma de Dios
Nuestras actividades recientes pueden haberse centrado en la preparación para la
celebración del nacimiento de Cristo. Sin embargo, estos días no se tratan
principalmente de lo que hemos hecho, sino de lo que Dios ha hecho. Las
Escrituras revelan repetidamente a Dios como el actor principal de nuestra
historia: "... pero sobre ti brilla el Señor", proclama Isaías. Pablo afirma:
"... el misterio me fue dado a conocer por revelación". Mateo nos dice que los
Magos fueron guiados por una estrella.
La Epifanía revela el profundo misterio de nuestra fe: Dios se ha entregado por
completo al mundo. Esta fiesta celebra la entrega de Dios y nos desafía a
reflejar esa luz a los demás.
Símbolos de luz
Algunas parroquias pueden mejorar sus celebraciones de Epifanía con velas
adicionales. Si bien la mayoría de las procesiones incluyen dos monaguillos que
llevan velas, otras podrían llevar velas encendidas al santuario, colocándolas
cerca del altar, el ambón o la pila bautismal. Símbolos como estos a menudo
hablan con más fuerza que las palabras y tocan profundamente los corazones. Una
procesión de velas encendidas en una iglesia a oscuras proclama el mensaje
central de la Epifanía: Cristo, nuestra luz, ha venido y se ha revelado al
mundo.
Haga clic aquí para obtener un enlace
a las lecturas de este domingo:
https://bible.usccb.org/es/bible/lecturas/010525.cfm
P. Jude Siciliano, OP <FrJude@JudeOP.org>
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