• |
DOMINGO DE LA TRINIDAD
15 de Junio de 2025
(Consulte el Archivo para ver reflexiones pasadas y futuras.)
Proverbios 8:22-31; Salmo 8:5-9; Romanos 5:1-5; Juan 16:12-15
Domingo
de la
Trinidad |
1. --
Carmen Mele,
OP <cmeleop@yahoo.com>
2. -- P. Jude Siciliano, OP <FrJude@JudeOP.org>
*****************************************************
1.
*****************************************************
Queridos predicadores:
Este mes tenemos que predicar en varias solemnidades con la de la Santísima Trinidad posiblemente la más retadora. Aunque es un dogma absolutamente necesario al entendimiento coherente del cristianismo, también parece abstracto y periférico a la vida. Por eso, nuestro intento será solo, en las palabras del poeta americano T. S. Eliot, “una incursión en el inarticulado”. Que haga cualquier sentido verdadero para la edificación de nuestros escuchadores. Espero que este esfuerzo mío le ayuda en la tarea. Carmelo, OP.
SOLEMNIDAD DE LA SANTÍSIMA TRINIDAD
15 de Junio de 2025
(Proverbios 8:22-31; Romanos 5:1-5; Juan 16:12-15)
La Santa Trinidad es un misterio. No se puede comprenderla completamente. No obstante, cada año hacemos “una incursión en el inarticulado” cuando celebramos su fiesta el domingo después de Pentecostés. Sea un gozo o un peso, parece que solo en este día reflexionamos cómo puede que Dios es a la vez tres y uno.
Desde la antigüedad ha habido dos acercamientos de entender la Trinidad. Se llama un acercamiento “económico” y el otro “inmanente”. Por hablar de “la Trinidad económica” se implica el estudio de Dios interactuando con la creación. Por supuesto, Dios actúa con la creación cada momento. Si no lo hiciera, la creación cesará de existir. Sin embargo, los interacciones tradicionalmente consideradas en la “Trinidad económica” son la creación, la redención de la humanidad, y la historia de la salvación. El método de nuestro estudio es escrutar la Biblia para determinar el papel de las tres personas de la Divina Trinidad en estos y otros asuntos.
La “Trinidad inmanente” refiere a las relaciones entre las tres personas. La Biblia no nos ayuda mucho aquí. Tenemos que recorrer a la filosofía para pistas de la investigación. Hace 1700 años la Iglesia aceptó la teoría de San Atanasio que el Padre, el Hijo, y el Espíritu Santo tienen la misma naturaleza divina. Esta naturaleza, que cada uno de las tres tiene en su plenitud, hace posible la paradoja que son lo mismo en todo salvo sus relaciones entre sí. A decir, uno es Padre; otro es Hijo; y otro es Espíritu Santo. En lugar de seguir esta línea filosófica ahora, vamos a enfocarnos en el acercamiento económico reflejado en las lecturas de la misa hoy.
La primera lectura del Libro de Proverbios personifica la sabiduría como si fuera compañero de Dios en la creación. De hecho, la sabiduría habla como persona diciendo que ha existido “desde la eternidad” y ha actuado “como arquitecto” de las obras de Dios. Estas cualificaciones nos hacen pensar en el Hijo y también el Espíritu. San Pablo aun escribe que Jesucristo es “la sabiduría de Dios” (I Cor 1,24). También sabemos que la sabiduría es el primer don del Espíritu mencionado en el Libro del profeta Isaías (Is 11,2-3). Podemos concluir que la sabiduría absoluta es una virtud intelectual que posee Dios: Padre, Hijo, y Espíritu Santo.
La segunda lectura también hace hincapié en los papeles del Hijo y del Espíritu Santo. Cuenta que Jesucristo (el Hijo) nos ha reconciliado con el Padre por su muerte en la cruz. También relata que el Espíritu Santo nos ha renovado en el amor de modo que aun los sufrimientos causados por nuestros pecados puedan merecernos la vida eterna. Sabemos que el Espíritu Santo es asociado con la reconciliación como indicado en el Sacramento de la Reconciliación cuando el sacerdote dice: “(El Padre) … envió el Espíritu Santo para la remisión de los pecados …” Asimismo, el Hijo efectúa el amor en nuestros corazones como Pablo atestigua en la misma Carta a los Romanos: “… ni la muerte ni la vida … ni ninguna otra criatura podrá separarnos jamás del amor de Dios, manifestado en Cristo Jesús, nuestro Señor”.
El Evangelio indica cómo el Padre, el Hijo, y el Espíritu Santo cooperan entre sí para nuestro beneficio. Comparten el mismo conocimiento recibido por el Espíritu desde el Hijo como revelado por el Padre y pasado a los hombres y mujeres.
Al final, puede ser vertiginoso para muchos al reflexionar sobre la Santísima Trinidad. Sea o no nuestro caso, la reflexión no admite resolución conclusiva porque Dios es siempre más allá que nuestra comprensión. Sin embargo, podemos contemplarlo, apreciarlo, y darle gracias por haber nutriendo nuestra fe y amor.
Carmen Mele, OP <cmeleop@yahoo.com>
*****************************************************
*****************************************************
"PRIMERAS IMPRESIONES"
DOMINGO DE LA TRINIDAD -C- 15 de Junio de 2025
Proverbios 8:22-31; Salmo 8:5-9; Romanos 5:1-5; Juan 16:12-15
Por: Jude Siciliano, OP
Queridos predicadores:
La fiesta de la Santísima Trinidad celebra una de nuestras creencias más antiguas. Pero hoy no celebramos ningún dogma ni enseñanza oficial de la Iglesia. Tampoco intentaremos explicar la enseñanza en nuestra predicación de este fin de semana. En cambio, celebramos y reflexionamos sobre nuestra relación con Dios y lo que nuestro Creador, Redentor y Santificador ha hecho por nosotros. Las Escrituras nos recuerdan la gracia de nuestro Dios y nos regocijamos en él, quien ha actuado con tanta fuerza y amor por nosotros.
Centrémonos en la segunda lectura de hoy, porque la selección de Romanos habla de la Trinidad en términos muy básicos. (Siempre es un reto para el predicador predicar desde Pablo, y hoy nos brinda una buena oportunidad. Así que, ¿por qué no intentarlo?) Pablo articula la obra de la Trinidad. Dios, nuestro Creador, nos da paz a quienes tenemos fe, incluso en medio de nuestro sufrimiento; derrama su amor y sostiene nuestra esperanza hasta que un día participemos de la plenitud de Dios. Esta paz nos llega por medio de Cristo, quien es el shalom de Dios, y en Cristo tenemos la constante seguridad de la gracia. El Espíritu, nos dice Pablo, nos proporciona el medio por el cual experimentamos el amor de Dios por nosotros.
El pasaje de Romanos de hoy comienza con: "Por tanto". ¿Por tanto qué? Pablo extrae una conclusión de lo que ha escrito hasta ahora. Comenzó Romanos exponiendo su tema (1:16-17): la relación entre el judaísmo y el cristianismo, y el poder del evangelio para salvar a los creyentes: "...primero a los judíos, luego a los griegos. Porque en el evangelio se revela la justicia de Dios, que comienza y termina con la fe". El tema central, dice Pablo, es una fe que, a través de Jesucristo, ahora está disponible para judíos y gentiles. Pablo comienza esta sección de Romanos con "por tanto" porque va a profundizar en las consecuencias de ser justificados por la fe. Se dirige a los cristianos ("nosotros") y mostrará cómo nuestra fe en el amor de Dios y en la obra que Dios ha hecho por nosotros en Cristo nos cimentará en la esperanza para el futuro, a pesar de los sufrimientos presentes que soportamos por nuestras creencias.
¿Qué tenemos los que somos "justificados por la fe"? La primera consecuencia es la paz. Creemos que tenemos una buena relación con Dios, no por nada que hayamos hecho, sino por lo que Dios ha hecho por nosotros en Cristo. Esta gracia no vino solo una vez, sino que tenemos "acceso" a ella continuamente. Pablo nos ayuda a celebrar esta fiesta al despertar en nosotros un espíritu festivo. Gracias a la obra de Dios al justificarnos, podemos, por el don de la fe, tener la seguridad de que estamos en paz con Dios. Puede que no siempre lo sintamos o pensemos, pero depositamos nuestra fe en Cristo.
El Espíritu Santo nos asegura que gozamos del favor divino y acceso a la presencia de Dios. Es como si entráramos en un castillo y, en lugar de ser tratados como forasteros, fuéramos inmediatamente conducidos a la presencia real como invitados de honor. Pablo dice que "permanecemos" en la gracia. Reflexionemos sobre esto un momento: tenemos acceso continuo a Dios gracias a nuestro nuevo estatus; estamos en la gracia. Sin importar nuestro pasado, cuán indignos nos sintamos o si lo merecemos o no, podemos estar confiados ante Dios porque tenemos fe en Jesús.
Pablo continúa diciendo que, gracias a nuestra posición en gracia ante Dios, tenemos la esperanza de compartir su gloria; de que seremos completamente restaurados de todo el daño que el pecado nos ha causado y que un día estaremos ante Dios tal como fuimos creados: a imagen y semejanza de Dios. Mientras tanto, en nuestras luchas diarias y al enfrentar tentaciones que atentan contra nuestra identidad cristiana, no siempre sentimos que estamos en gracia. Ahí es donde entra la fe; nos asegura el perdón constante y el amor activo de Dios, y mantiene viva la esperanza de que un día la obra de Dios culminará, cuando la gloria de Dios se manifieste en nosotros.
Todo esto puede parecer de otro mundo o una quimera, salvo por lo que Pablo dice a continuación. Reconoce las aflicciones que los cristianos experimentamos en esta época. En sí misma, la segunda mitad de la lectura puede parecer un ejercicio de acondicionamiento espiritual: cuando sufrimos y lo soportamos, desarrollamos un carácter probado. Pero recuerden lo que Pablo ha estado diciendo: es la gracia y la fe que esta despierta lo que permite al cristiano soportar las aflicciones y los sufrimientos que amenazan nuestras creencias. En estos tiempos difíciles, Dios trabaja arduamente a nuestro favor para ayudarnos a crecer en la esperanza y en la seguridad de su amor.
En el mismo momento del sufrimiento, podemos jactarnos. ¿Por qué? ¿Porque somos cristianos fuertes y ejemplares, capaces de soportar duras pruebas? ¿Capaces de superar todo tipo de pruebas que ponen a prueba nuestra fe? No. Podemos jactarnos porque Dios está con nosotros y puede convertir incluso nuestras pruebas en oportunidades para nuestro beneficio espiritual. Solo Dios puede hacerlo; solo el don gratuito de la gracia en el que nos apoyamos puede hacerlo posible. Quizás no veamos lo que traerá el final, pero nuestra esperanza nos tranquiliza: estamos y estaremos en buenas manos. La voz del Espíritu Santo en nosotros nos recuerda en medio de nuestros sufrimientos que el amor de Dios nunca nos abandonará, por frágiles o indignos que nos sintamos de ese amor. Somos justificados, justificados ante Dios, por la fe.
Para Pablo, la fe es la base de nuestra vida cristiana. Nos recuerda al comienzo de Romanos que creer es aceptar el poder de Dios en nuestras vidas (1:16-17; 3:24). Como resultado de esta aceptación, tenemos una vida completamente nueva y una intimidad con Dios por medio de Jesús. Basados en esta fe, vivimos una nueva vida en obediencia a Dios. La fe comienza con la oferta gratuita de Dios de una relación íntima con nosotros, y respondemos viviendo una vida de buenas obras, incluso bajo presión y sufrimiento.
Nos unimos a una comunidad que, como nosotros, profesa la fe en Jesucristo. Los miembros de esta comunidad, con el apoyo mutuo, buscan practicar esta fe en la vida diaria y en nuestro culto de hoy. Reunidos en oración y alabanza, celebramos a quienes nos han transmitido la fe, nuestros antepasados. También confiamos en quienes nos acompañan hoy, cuya fe profundiza y sostiene la nuestra. La comunidad es para nosotros un signo de la gracia y el amor de Dios, y por ello aviva nuestra esperanza y la seguridad de que el amor de Dios nunca nos abandonará. ¿Quién de nosotros no ha pasado por pruebas que nos han sacudido hasta los cimientos y parecían que extinguirían nuestra fe? Sin embargo, en medio de la noche oscura, hemos encontrado esperanza a través de otros miembros de la comunidad que, con su presencia, llamadas telefónicas, notas y su apoyo espontáneo y amoroso, han fortalecido nuestros ánimos decaídos.
Haga clic aquí para obtener un enlace a las lecturas de este domingo:
https://bible.usccb.org/es/bible/lecturas/061525.cfm
En memoria del Papa Francisco
Sobre la alegría
«La alegría se adapta y cambia, pero siempre perdura, incluso como un destello de luz nacido de nuestra certeza personal de que, al fin y al cabo, somos infinitamente amados».
Cita: Papa Francisco, Evangelii Gaudium, §6.
P. Jude Siciliano, OP <FrJude@JudeOP.org>
•
•
•
•
•
•
•