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XXVIII Domingo |
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XXVIII DOMINGO ORDINARIO
(C)10/12/2025
(Consulte el Archivo para ver reflexiones pasadas y futuras.)
Habacuc 1: 2-3, 2: 2-4; Timoteo 1: 6-8, 11-14; Lucas 17: 5-10
28 Domingo (C)
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XXVIII Domingo Ordinario (C)
10
/5/2025
2 Reyes 5: 14-17; Timoteo2: 8-11; Lucas 17: 11-19
XXVIII Domingo Ordinario (C)
10/28/2025
2 Reyes 5: 14-17; Timoteo2: 8-11; Lucas 17: 11-19
Aunque las lecturas hoy hablan de la lepra, el tema es lo de agradecimiento. Hay que entender que la lepra era la enfermedad más horribles del tiempo antiguo. Esta enfermedad incapacitaba y desfiguraba al individuo, y le condenaba a vivir aislados de la familia y la comunidad. El mismo sospecho de la enfermedad forzaba al individuo de vivir lejos del pueblo, cubriéndose la cara y gritando “¡Impuro, impuro!” si alguien se acercaba.
Como no había manera de curarla, la enfermedad resultó en una condenación a la muerte. Los pobres enfermos sufrieron no solamente de las llagas, sino de aislamiento físico y social. En la mente de su tiempo, los judíos consideraron la enfermedad un efecto del pecado. Solo Dios pudo curar al leproso porque solo Dios pudo perdonar el pecado.
En la primera lectura hoy, encontramos al sirio leproso, Naamán. Para los judíos, Naamán era entre los excluidos, primero por su enfermedad de la lepra y también porque era extranjero, no uno del pueblo escogido. Naamán no tenía fe en el Dios de Israel, pero aceptó la palabra de Eliseo, un profeta de los israelitas. Hizo lo que le había ordenado el profeta y se bañó en el rio Jordán. Al ver su curación, aceptó al Dios de Eliseo y quiso adorar a Dios sobre un altar hecho de la tierra de Israel. Su agradecimiento se demostró por su conversión y deseo de adorar el Dios de Israel.
En el caso del samaritano, sabemos que los judíos consideraron a los samaritanos como pecadores, por su rechazo de la tradición davídica y su rechazo del Templo como lugar de culto. Entonces, vemos a este hombre, despreciado por su religión y su enfermedad, usado por Jesús como ejemplo de agradecimiento. No es tanto un relato de los diez que se curaron. Para los nueve judíos, su religión no les ayudó conocer a Jesús como profeta, ni expresar gracias por el gran don de la curación. Su curación les permitió entrar otra vez en la sociedad de su gente, pero perdieron la oportunidad de conocer a Dios, manifestado en Jesús.
En las dos lecturas, son los excluidos, los extranjeros que reconocen a Dios. Son los rechazados, los inferiores, los indeseables que Jesús usa para enseñar la importancia de dar gracias. Vemos que los enemigos de Israel no son enemigos de Dios. Los judíos escuchando el relato tenia que reconocer que Dios no respeta la clasificación que hacemos de otros como enemigo. En el caso del samaritano, no hay ninguna indicación de que el individuo convirtió ni seguía a Jesús después. Era suficiente que fuera sincero, humilde, bueno, y que dio gracias.
Creo que el ejemplo de los extranjeros nos sirve bien hoy cuando hay tanto odio por los que consideramos diferente, que sea a causa de religión, de raza, o de orientación sexual. Casi cada día en los periódicos leemos de crímenes cometidos contra los inmigrantes, contra los de la religión de Islam, y contra los homosexuales. Tal vez tenemos que aprender, como los judíos en tiempo de Jesús, que los que consideramos enemigos pueden ser amigos, hasta “bien amados” de Dios. Tenemos que abrir los ojos y escuchar la palabra del Evangelio para abrir nuestra consciencia.
Finalmente, estos relatos nos demuestran el amor incondicional de Dios, y la necesidad de reconocer que todo lo que tenemos es don de Dios. Hoy, ofrecemos gracias por la vida, por la familia, por la comunidad, por la salud, por el tiempo, por la comida, por la casa, y por todo lo que recibimos con tanto cariño de las manos de Dios. Y pedimos la gracia de tener un corazón abierto a los milagros que hace Dios en nuestra vida.
Sr.
Kathleen Maire OSF <KathleenEMaire@gmail.com>(Las últimas siempre aparecen primero).
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